A pesar de haber transformado su país y el mundo, a casi un siglo de su muerte, el legado de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, parece importarle a muy pocos. El Gobierno ruso no ha organizado ningún acto conmemorativo por el centenario de la muerte del líder revolucionario que instauró el primer Estado socialista y elevó a la Unión Soviética a la categoría de superpotencia. Apenas medio millar de personas, siendo generosos, se acercaron a su mausoleo en la Plaza Roja de Moscú para rendir homenaje a quien desempeñó un papel crucial en la Revolución de 1917.
Guennadi Ziugánov, líder del Partido Comunista de la Federación de Rusia, depositó un ramo de flores en la tumba de Lenin. Aunque esta era una oportunidad para el partido, que se presenta como la alternativa a Putin en las elecciones presidenciales, Ziugánov, uno de los principales apoyos de Putin en el Parlamento ruso durante el último cuarto de siglo, destacó que “Lenin demostró que en cinco años se puede cambiar de política cuatro veces”, unas palabras que resultan llamativas dada la política actual del partido.
Comunistas críticos, en su mayoría de edad avanzada, expresaron su descontento en medio de las bajas temperaturas de Moscú. Lamentaron la falta de voluntad popular en Rusia y criticaron a Putin por despreciar la figura de Lenin, cubriendo su mausoleo con un cartel en días festivos. Afirmaron que Putin ha destruido lo que trajo el socialismo.
A pesar de que alrededor del 49% de los rusos tiene una visión positiva de Lenin según el centro de estudios sociológicos VTsIOM, lo consideran principalmente una figura histórica. Mientras cientos de personas hacían cola para entrar al mausoleo, muchos paseaban indiferentes al otro lado de la valla de la Plaza Roja. La preferencia del Gobierno ruso es por la figura de Stalin, asociada con la estabilidad y el orden.
En un pequeño mitin, se produjo una discusión entre comunistas y ciudadanos que rechazaban esa formación. Algunos criticaron a Ziugánov por destruir la Unión Soviética junto con Gorbachov y votar a favor de leyes que permitieron la entrada de empresas extranjeras. Aunque algunos rusos ven a Lenin como una figura ambigua, reconocen su papel en la liberación de Polonia y Finlandia del imperio ruso.